Nos empujan
para colocarnos al principio de la escalera y nos enseñan a subir los primeros
escalones.
Poco a poco
aprendemos a hacerlo sin ayuda y vamos adquiriendo seguridad. Observamos el
paisaje con calma, nítido, y a cada paso desde más alto. Queremos correr más de
la cuenta y nos da la sensación de que nunca llegamos arriba.
Un día
dejamos de ascender y comenzamos a deslizarnos. Parece divertido y menos
cansado. Pero cada vez vamos a más velocidad y sin opción de frenar. El paisaje
comienza a distorsionarse. Recordamos el tiempo de subir los escalones y
soñamos mirando hacia el cielo, donde parece que dejemos de percibir el
movimiento. Pero éste no cesa. Nunca.
Y ahí
seguimos embalados, sin control, con la duda de cuándo y cómo será la caída. Y
si dolerá...
Cada minuto
completa una hora y cada segundo un año.
Y no pasa
nada.
Magnífica metáfora de la vida. Un tobogán con caída libre de la que no te salva ni Dios."Dios te libre del mal zaguero", decía mi abuelo; porque el zaguero es... la caída.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado. El zaguero en rugby es el último defensa.
ResponderEliminar