A través
del cristal de la ventana de la nueva cafetería del barrio, T. observa la
escena urbana. Suele pedir un cruasán o dos para acompañar el café con leche,
pero esta mañana saborea un trozo de deliciosa tarta de naranja casera,
aceptando la invitación de la propietaria argentina.
Un joven
vestido con bata blanca corta el pelaje blanco de un minúsculo perro de raza.
Mientras trabaja canta, y mientras canta no piensa. Afuera, junto a la puerta
del local, un hombre está sentado tras un letrero escrito a mano que solicita
ayuda económica. Las gentes abrigadas pasan por su lado sin prestarle demasiada
atención. Algunos le miran de reojo, con disimulo.
Cuando los
primeros rayos de sol alcanzan la vitrina del cristal de la peluquería canina
el joven ha acabado de lavar y secar al chucho. El vaso de plástico del hombre
de la puerta apenas alberga un par de monedas.
Una mujer
madura camuflada bajo un abrigo de piel de algún otro animal entra en la
peluquería canina. Tiene cara de pocos amigos. Desde la cafetería T. mira la
escena, como si se tratara de una película de cine mudo. La mujer, al ver el
corte de pelo de su mascota, recrimina al joven peluquero canino. El gesto de
su cara se torna si cabe más hostil. El joven se encoje de hombros y parece
disculparse. La mujer paga al joven el servicio y sale del local con aires de
grandeza. Al pasar junto al hombre de la puerta el chucho se detiene y le
olfatea. Éste acaricia al perro. La mujer estira fuerte de su correa y las
venas de su cuello están a punto de explotar. El hombre sonríe.
El joven con
la bata blanca sale de la peluquería, atraviesa la calle y entra en la
cafetería. Saluda a la propietaria y coge de la barra dos cafés y dos porciones
de tarta de naranja. Con una sonrisa regresa a la otra acera y se sienta junto
al hombre. El sol ilumina sus caras relajadas. Hace menos frío. Ambos saborean
su café y su trozo de tarta de naranja, dulce y ácida.
Daniel, tú que eres un autor que maneja tan bien los adjetivos, deja que yo te diga algunos dedicados a tu persona como escritor
ResponderEliminarHe podido descubrirlos leyendo tus relatos.
Observador, imaginativo, creador, divertido, gracioso, curioso, ágil, brillante, atrevido, inteligente, modesto, pacífico, simpático, sagaz, positivo, prudente, sensible, tranquilo, vivaz …..
TARTA DE NARANJA es relato suave, un poco dulce y da que pensar cuando sacas conclusiones.
Gracias jubileta. Esas cualidades la he heredado de mis padres.
EliminarMe gusto tu narrativa Daniel y m provoca a escribir un recuerdo con un hermoso perro que vi una vez. Ademas triunfa la bondad. Benditos pasteles de naranja! Emilio Weiss
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