El escritor
de novelas de misterio Demian E. se encuentra en el mejor momento de su carrera
profesional. Su último trabajo se ha vendido en decenas de países. Desde la
prensa especializada sólo recibe buenas críticas, y desde la editorial más y
más jabón. Para Demian E., el escritor de novelas de misterio, su trabajo es lo
más importante. De hecho es lo único, ya que toda su vida gira entorno a éste.
Hace unos
años el escritor Demian E. cambió de lugar de residencia y rompió con su vida
anterior. Abandonó la ciudad por un pequeño pueblo de montaña, tranquilo, ideal
para sus quehaceres. Desde entonces perdió el contacto con todo su entorno.
Además, en el pueblo no ha labrado ninguna nueva amistad. Con todo esto, el
escritor de novelas de misterio Demian E. ha ido cada vez agriando su, ya de
por sí, mal carácter. Esta circunstancia dificulta, un poco más si cabe, la
aparición de nuevas relaciones.
Para el
escritor de novelas de misterio Demian E. es imprescindible mantener un cierto
equilibrio físico y emocional para poder llevar a cabo su labor con garantías.
Para conseguir un estado óptimo, Demian E. sale cada mañana, en ayunas, a
correr una hora por las pistas que atraviesan los campos de cultivo de
alrededor del pueblo. Esta actividad le proporciona una liberación de
endorfinas y un buen ejercicio cardiovascular, muy beneficioso para su estado
anímico. Pero además obtiene otra recompensa. El corredor Demian E., escritor
de novelas de misterio, se cruza cada día con el mismo tractor. Y cada día se
produce el mismo ritual. El hombre que conduce el tractor,Elliot F.,
coleccionista de sellos postales, aminora la marcha en cuanto le ve y se aparta
a un lado de la pista. Al pasar a su lado, ambos se saludan con una sonrisa
cómplice, casi eufórica, como se saludarían dos conocidos de toda la vida a
quienes ya no queda nada por decirse. En cambio la realidad es totalmente
antagónica. El conductor del tractor Elliot F. y el escritor de novelas de
misterio Demian E. son auténticos desconocidos. Para el escritor este contacto
humano le supone la dosis suficiente de relación para poder sobrevivir. De hecho
es el único contacto que mantiene. El hombre que conduce el tractor,Elliot F.,
en cambio, conoce en profundidad a todos los habitantes del pueblo, a quienes,
sin embargo, no saluda tan efusivamente como a Demian E. El escritor es la
única persona con quien nunca ha mantenido una conversación.
Una mañana,
el escritor de novelas de misterio Demian E. realiza todo el recorrido de su
carrera y extrañamente no se cruza con el tractor de Elliot F. El escritor
Demian E. no le da mayor importancia, piensa que quizás esa mañana el hombre
del tractor tiene otras tareas. Pero cuando al día siguiente tampoco se
encuentra con él, el escritor comienza a sentir un extraño nerviosismo. Durante
todo el día es incapaz de completar una sola frase y no se puede quitar de la cabeza
la ausencia del Elliot F.. Por la noche le cuesta conciliar el sueño.
Al día
siguiente el escritor de novelas de misterio Demian E. sale impaciente a
correr, esperando encontrarse con el tractor. Pero sin éxito. Demian E. está
desesperado. Su vida se tambalea. Su equilibrio se desmorona. Siente la
soledad. Piensa que si no vuelve a saludar a Elliot F. nada volverá a ser lo
mismo. El escritor Demian E., aquejado ya de múltiples neurosis, se encierra en
sí mismo y decide no salir a correr. De esa manera puede imaginar que se
encuentra a Elliot F. montado en su tractor y se saludan efusivamente, como
siempre. En cambio, si decidiera salir a correr tiene pavor al pensar que no lo
va a ver. Así sobrevive durante un tiempo.
El encierro
en su mundo y la falta de ejercicio físico comienzan a hacer mella en el
escritor de novelas de misterio Demian E.. Sabe que no puede continuar así por
mucho tiempo. De modo que un día se arma de valor y sale de nuevo a correr. Su
estado de forma ha empeorado, lo nota en las primeras zancadas. En cambio, el
placer de poder volver a respirar a pleno pulmón le anima progresivamente. El
corredor Demian E. va completando su recorrido sin hallar rastro del hombre del
tractor. Demian E. comienza a sentir un nudo en el estómago. Pero de pronto
percibe el inequívoco sonido del tractor, que se acerca. En ese instante no
siente el cansancio ni teme a la soledad. Tan sólo está impaciente por el
reencuentro y acelera el ritmo de su carrera para no demorarlo más. Tras una
curva ahí está el tractor, que aminora su marcha, como siempre, y se aparta a
un costado de la pista. Al pasar junto a él, el escritor Demian E. alza la
vista y saluda efusivamente. Pero en el asiento del tractor no halla al hombre
que esperaba saludar. Su lugar lo ocupa un chaval de unos quince años, que
responde al saludo de Demian E con la misma o superior intensidad. El escritor
Demian E. continúa corriendo y asimilando su nuevo contacto humano, sin duda
del todo satisfactorio.
Esa tarde el escritor de novelas de misterio Demian E. escribe con la inspiración de los dioses. Su equilibrio vital se ha restablecido del todo. No tiene la completa seguridad pero si el presentimiento de que al día siguiente se encontrará de nuevo con el chaval de unos quince años subido en su tractor. Y sabe que lo saludará efusivamente.
Esa tarde el escritor de novelas de misterio Demian E. escribe con la inspiración de los dioses. Su equilibrio vital se ha restablecido del todo. No tiene la completa seguridad pero si el presentimiento de que al día siguiente se encontrará de nuevo con el chaval de unos quince años subido en su tractor. Y sabe que lo saludará efusivamente.
Antes de
dormirse, el escritor de novelas de misterio Demian E. piensa qué habrá sido
del hombre del tractor. Quizás le ha pasado algo grave. O tal vez el chaval de
quince años sea su hijo y en él haya delegado esa tarea. En cualquier caso al
escritor de novelas de misterio Demian E. esa cuestión no le preocupa lo más
mínimo ni le impide conciliar el sueño. Esa noche duerme como una cría de lirón
en brazos de su madre.
Creo que he visto a esos conductores de tractor, Dani! Excelente relato, mi buen amigo el escritor de novelas!
ResponderEliminarTu que me miras con buenos ojos. Me alegro de que te haya gustado.
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