domingo, 16 de octubre de 2016

EL TOBOGÁN

Nos empujan para colocarnos al principio de la escalera y nos enseñan a subir los primeros escalones.
Poco a poco aprendemos a hacerlo sin ayuda y vamos adquiriendo seguridad. Observamos el paisaje con calma, nítido, y a cada paso desde más alto. Queremos correr más de la cuenta y nos da la sensación de que nunca llegamos arriba.
Un día dejamos de ascender y comenzamos a deslizarnos. Parece divertido y menos cansado. Pero cada vez vamos a más velocidad y sin opción de frenar. El paisaje comienza a distorsionarse. Recordamos el tiempo de subir los escalones y soñamos mirando hacia el cielo, donde parece que dejemos de percibir el movimiento. Pero éste no cesa. Nunca.
Y ahí seguimos embalados, sin control, con la duda de cuándo y cómo será la caída. Y si dolerá...
Cada minuto completa una hora y cada segundo un año.

Y no pasa nada.

2 comentarios:

  1. Magnífica metáfora de la vida. Un tobogán con caída libre de la que no te salva ni Dios."Dios te libre del mal zaguero", decía mi abuelo; porque el zaguero es... la caída.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro que te haya gustado. El zaguero en rugby es el último defensa.

    ResponderEliminar